Ratuilda vivía en la parte húmeda de la hermosa Catedral, allí había muchas telarañas que usaba de hamacas y montón de cositas más.
Un botón que se le había caído al conserje, le servía de colador para poder colar sus cuatro espaguetis, ya que para ella sola era suficiente.
A Ratuilda le gustaban mucho las verduras y la pasta, los conseguía entrando por las noches al Gran Mercado Central… ¿Cómo lo hacía?...
Resulta que la preciosa Catedral tenía conductos muy largos, que llevaban a muchos lugares de Cádiz…
El Gran Mercado Central era uno de ellos, enclavado al lado de la Placita de las flores, dónde de noche admiraba, los puestos cerrados repletos de flores dormidas, seguidamente, aspiraba el aroma dulce que salía de ellas. Ratuilda, conseguía colarse por debajo de las ranuras de las puertas de cristal, de estos puestos pequeñitos.
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